Día mundial “tolerancia cero contra la mutilación genital femenina” Febrero 6

 

140 MILLONES DE MUJERES HAN SIDO MUTILADAS Y 30 MILLONES MÁS SIGUEN EN RIESGO DE SUFRIR ABLACIÓN

Fotografía: UN /  Sheila Mckinnon

SUSANA ÁVILA

Es imposible describir el horror de esta práctica”, decía la doctora Olayinka Koso-Thomas, en la entrega del Premio Honoris Causa por la Universidad Autónoma de México hace ahora poco más de dos años.

 

La ginecóloga nigeriana lleva décadas luchando contra la  mutilación genital femenina, una práctica endémica en una treintena de países de África que va extendiéndose sin que la comunidad internacional se dé por enterada hasta que nos estalle en la cara como la crisis de los refugiados.

La asociación alemana WADI lleva años trabajando en el Kurdistán iraquí. Ya en el 2009 avanzaba datos preocupantes y nos dejaba un mapa más amplio.  WADI realizó un estudio sobre 10.000 mujeres en 335 aldeas del Kurdistán. Sus conclusiones son cuanto menos ilustrativas: “fuera de África la ablación del clítoris como tradición está muy extendida en Omán, en algunos pueblos de Irán alrededor del Estrecho de Ormuz y en el Kurdistán iraní. En todas estas zonas –aseguran– se trata de una costumbre tribal y tradicional, sin especial connotación religiosa  que obedece a una sociedad arcaica en extremo”.  Conviene mencionar aquí  además la existencia detribus indígenas de Colombia y Perú donde se llevan a cabo también estas prácticas.

 

“Se llevan a las niñas que serán `iniciadas´ a un lugar apartado junto al río. Las obligan a acostarse en el agua helada con la mitad del cuerpo descubierto. Las detienen fuertemente con las piernas abiertas y entonces la persona encargada de hacer la circuncisión corta el clítoris y los labios menores. El grito de dolor es cada vez más fuerte. En ocasiones, si la persona que realiza el corte no tiene el cuchillo especial para llevarlo a cabo utiliza algún pedazo de vidrio o cuchilla para afeitar.No hay una escala de crueldad para medir la agonía”.  La imagen que descubre las palabras de Olayinka hace enloquecer a cualquier persona cuerda en esta sociedad que deambula bajo el amparo de los derechos de este Primer Mundo.

 

Koso-Thomas, galardonada en 1998 con el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional por su trabajo en defensa y por la dignidad de la mujer, lleva décadas luchando contra esta práctica, lo que la ha convertido en la diana de distintos grupos de fanáticos que esconden su impudicia tras la religión.  Ella es consciente del trabajo hecho y de lo mucho que queda por hacer. En la mayoría de las comunidades africanas es el hombre el que manda y la mutilación genital femenina es un garante de la virginidad de la mujer que va al matrimonio. Las mujeres crecen acorraladas por la creencia de que si no se someten a este ritual no podrán casarse y la presión de las familias hace el resto; si no, los palos y palizas que reciben por negarse a participar en este ritual violento cuando no vesánico.  Un ritual que en un mundo transnacional salta  fronteras y es opaco a la ley de países en los que tan sólo unas décadas atrás ni se conocía su existencia.

 

No hace muchos meses, en España -concretamente en el País Vasco-, la  Fiscalía de Menores abrió diligencias contra la familia de cuatro niñas que habían sido víctimas de la ablación del clítoris aprovechando sus vacaciones en Mali, el país de origen de sus padres. Habrían sido los abuelos los que llevaron a cabo esta práctica, penada en nuestro país y difícil de castigar al haberse cometido el delito en un país en que su práctica es una costumbre a la que se rodea de una fiesta que simboliza el paso de niña a mujer. Cualquier petición de extradición por parte de la Audiencia Nacional española es inútil ante las autoridades de aquel país. En Mali el 98% de las mujeres hoy sufren mutilación de clítoris.

 

Este no ha sido el primer caso detectado en España. En el País Vasco residen unas 800 niñas en riesgo, procedentes de los países donde la ablación es moneda corriente. En 2013, hubo otras víctimas: una preadolescente de familia de Mali y una niña de origen guineano. También entonces la ablación vino ordenada por los respectivos abuelos. En noviembre de 2011, la Audiencia Provincial de Teruel fue escenario del primer juicio que se celebraba en España por una ablación de clítoris realizada en nuestro país. Un matrimonio de Gambia, residente desde el 2009 en la localidad de Alcañiz, fue acusado de consentir y ser copartícipes en el acto de amputación del clítoris de su hija de pocos meses de edad. También entonces, el padre de la pequeña mantuvo que la ablación se la habían practicado en Gambia los abuelos maternos a la semana de nacer la niña, antes de que viniera a España.

 

Éste fue el primer caso de mutilación femenina que llegó a los tribunales en España. Las numerosas denuncias efectuadas hasta entonces habían sido archivadas en la fase de instrucción tras quedar acreditado que el delito fue perpetrado fuera de nuestra frontera.  Según los últimos datos conocidos, se calcula que en Catalunya viven 3.600 mujeres que la han padecido, cuyas hijas corren el riesgo de sufrir idéntica tortura.

 

El pasado año, el Gobierno español aprobó un paquete de medidas para evitar la ablación. La mutilación genital femenina está penada en nuestro país con hasta doce años de prisión y la retirada de la patria potestad de la menor. Comunidades autónomas con grandes poblaciones de riesgo como Cataluña, Aragón y Navarra, han activado sus propios protocolos. Una medida –común a todos ellos- es la invitación a los padres a que firmen un escrito, antes de viajar, en el que se comprometen a que sus hijas no van a ser sometidas a esta práctica. A pesar de ello y según datos del  Ministerio de Sanidad, 17.000 menores residentes en España están en peligro y pueden llegar a convertirse en víctimas de una práctica salvaje y del todo obsoleta en el mundo de hoy.

 

A pesar de los esfuerzos de cada país, de la denuncia de la comunidad internacional,  de la resolución de la ONU (2012) y los acuerdos con más de una veintena de gobiernos africanos,  su erradicación escapa a todo control.  Se hace urgente pues la actuación de la comunidad internacional para acabar con esta tradición cuyo origen (religioso, tribal, machista, etc.) sigue discutiéndose, pero cuyos resultados están a la vista: mutilación del cuerpo de niñas, brutalidad, hemorragias, infecciones, ruptura de útero, fístulas e incluso la muerte, sin contar las secuelas físicas permanentes como  las molestias al orinar, menstruar o al tener relaciones sexuales. De las otras, las psicológicas, mejor no hablar.

 

Por eso tenemos que prestar hoy más atención que nunca a las palabras de Olayinka: “Si se acabó con el vendaje de pies de las niñas en China, ¿por qué no acabar con la mutilación genital en África?”. Y demás…

 

Enlace oficial sobre dia MGF: http://www.un.org/es/events/femalegenitalmutilationday/